El político digital: manual urgente para no parecer un político de 1997
¿De verdad quieres gobernar si no entiendes las redes? Si no sabes comunicar en 30 segundos, con subtítulos y scroll de por medio… mejor ni te presentes.
Imagen elaborada por El Patio Político
Hubo un tiempo en el que, si alguien quería conocer y saber qué pensaba un político, tenía que esperar a que subiera a una tarima, escribiera una tribuna en El País o, con suerte, apareciera en una entrevista en la tele. Hoy, basta con abrir Instagram para verlo intentando una coreografía a medio ritmo o subiendo un video con el audio saturado y la frase de rigor: “trabajamos por y para el pueblo”. Avanzamos, sí. Pero no queda claro hacia dónde.
Las redes sociales transformaron por completo la comunicación política. Le dieron al político la posibilidad de hablar sin intermediarios, directo al ciudadano. Y también —al menos en teoría— le dieron al ciudadano una puerta para hablar con el político. Pero como toda herramienta poderosa, su impacto depende del uso que se le dé. Y seamos honestos: el mal uso abunda.
Lo que nació como una oportunidad para acercarse, escuchar, dialogar y construir comunidad, muchas veces termina convertido en un escaparate narcisista, una extensión de la rueda de prensa o, directamente, en un álbum de fotos del ego. Y por si fuera poco, en España todavía hay políticos que ni siquiera han cruzado la puerta digital. Sí, en pleno 2025. Sin redes. Ni una.
Y ahí es donde empieza esta historia.
1. Todavía hay políticos sin redes (sí, en serio)
En la era en la que hasta tu tía tiene un TikTok para subir videos de sus flores, hay políticos que siguen actuando como si estuviéramos en 1997. No tienen X (antes Twitter), no tienen Instagram, no tienen ni un canal de YouTube donde, al menos, puedan subir sus entrevistas en modo abuelita tech, sobre todo no tienen TikTok. Están fuera. Y no por estrategia, sino por desconexión.
Un ejemplo evidente de esta desconexión es que dos ministros clave de nuestro país, Margarita Robles y Fernando Grande-Marlaska, no tienen cuentas en Instagram ni en X (antes Twitter). Este tipo de resistencia no solo refleja una falta de adaptación a los tiempos que corren, sino también una concepción anticuada de lo que significa representar. Porque, spoiler: representar no es solo votar en el Congreso o salir en la foto institucional. Representar también implica escuchar, interactuar y ser visible donde está la gente. Y hoy, la gente está en redes.
¿Tienen los políticos que convertirse en influencers? La pregunta molesta, lo sabemos. Pero vayamos por partes. Si uno se toma la molestia de consultar a la RAE, leerá: “Influencer: persona con capacidad para influir sobre otras, principalmente a través de las redes sociales.” Pues bien, si hay un gremio que técnicamente debería influirnos, ese es el político. No el influencer que te vende batidos detox desde una playa en Tulum, sino el que decide si puedes pagar el alquiler, si tendrás médico en tu barrio o si tu curro será precario.
Así que volvemos a preguntar, con más claridad aún: ¿tienen los políticos que ser influencers? La respuesta corta: sí. La larga: también, pero con dignidad, estrategia y conciencia de lo que eso implica.
Porque seamos sinceros: ¿qué transmite un político que no aparece nunca en redes? Nada. O peor aún: transmite desconexión, desinterés, elitismo. En el mejor de los casos, parece que vive en un mundo paralelo donde solo existen notas de prensa y ruedas de prensa con media hora de retraso. En el peor de los casos, da la sensación de que no quiere ser interpelado, ni explicado, ni expuesto. Spoiler: eso también es comunicar. El silencio digital no es neutro. Es sospechoso.
Y no, no estamos diciendo que los diputados empiecen a hacer unboxings de leyes o bailes virales en TikTok cada semana (aunque no lo descartamos del todo, si lo hacen bien). Lo que estamos diciendo es que deben entender que las redes son la plaza pública de hoy. Si tú, político o asesora, no estás ahí —o peor, si estás y solo usas tus perfiles como si fueran el tablón de anuncios del instituto— estás regalando espacio, influencia y conexión directa con la ciudadanía. Y luego vendrán los lamentos: “es que la gente no entiende la política”, “es que los medios tergiversan”. Pues claro, si no cuentas tu versión, otros lo harán por ti…
Los ciudadanos pasamos muchas horas con el teléfono navegando a través de las redes, un poquito de Instagram o un ratillo en Twitter, pero hay algo que todos los que usamos TikTok reconocemos: nos atrapa. Y es que es la red donde los españoles pasamos una mayor cantidad de tiempo al mes, 28h y 56 min. Más de un día al mes lo pasamos en esa red, y todavía hay políticos que rehúsan a abrir perfiles en esa red. No hace falta investigar mucho, ni Pedro Sánchez ni Feijóo tienen Tiktok. ¡Es hora de tenerlo eh..!
Gráfica con el consumo mensual medio de los españoles por red social
2. ¿Cómo usan los influencers las redes sociales?
Los influencers son los que mejor usan las redes sociales, no hay duda. Su capacidad para ganar seguidores y llegar a la gente es indudable, dudar sería ignorante. Estos maestros de las redes sociales exprimen cada vídeo para ganarse la vida. ¿La fórmula mágica? No la sabemos, habría que preguntarle a ellos y, probablemente, no la desvelarían, pero no hace falta fórmula, podemos observar lo que hacen y extraer los puntos comunes de sus actos. ¿Vaya trabajazo, no? No te preocupes, los incansables del Patio Político lo hacemos.
1. Lo que me pasa a mí, te pasa a ti: el arte del storytelling personal
El storytelling es la piedra angular de su estrategia. Y no, no estamos hablando de grandes relatos épicos, sino de historias pequeñas, cotidianas, a menudo triviales, pero contadas con el propósito de enganchar. Aquí no se trata de hablar de política, ni de historia, ni de economía. No. Lo que importa es que te cuenten algo que pueda ser tuyo, aunque en realidad no lo sea.
El influencer es una especie de narrador moderno que te invita a entrar en su vida y, a través de las historias más banales, consigue que te sientas reflejado en su relato. No importa si lo que está contando es tan normal como que se quedó dormido y no llegó a su cita: esa historia será contada como si fuera el mayor drama de la semana, con una música melancólica de fondo y la cámara enfocando su rostro como si fuera el último adiós.
Este tipo de narrativa no es algo espontáneo. Es un guión estudiado que busca resonar en tus emociones. Es la sensación de que lo que ese influencer está viviendo o sintiendo, es exactamente lo mismo que te está pasando a ti, aunque quizás no tengas ni idea de lo que significa estar en su piel. Es ahí cuando te das cuenta de lo que está ocurriendo: el influencer no solo te está contando una historia, te está ofreciendo una experiencia. Una experiencia emocional compartida que parece única.
2. Autenticidad performativa: parecer natural, pero con luz perfecta
Es curioso, pero la "autenticidad" de los influencers está lejos de ser algo natural. En realidad, es una actuación muy calculada. Judith Butler lo explica perfectamente: la autenticidad es una construcción performativa. Los influencers no muestran su vida tal y como es, sino que la actúan para parecer genuina. Y lo logran a la perfección.
Cuando un influencer dice "sin filtros" o "hoy me muestro tal como soy", lo que en realidad está haciendo es invitarte a creer que la imperfección es su verdadero yo. El moño deshecho, la camiseta arrugada, las lágrimas a punto de caer. Todo está perfectamente diseñado para que pienses que estás viendo una versión real de su vida. Pero si te fijas bien, cada encuadre, cada detalle, incluso el lugar donde filman (la cocina, la cama, el coche), está pensado para crear un ambiente íntimo, donde el espectador siente que está siendo parte de un momento privado.
Y ahí está el truco: el influencer te muestra vulnerabilidad, te deja entrar en su espacio personal, pero todo está perfectamente preparado. Esa "realidad" es en sí misma un producto cuidadosamente elaborado, donde cada error aparente y cada palabra dicha con cierta duda tiene el objetivo de generar cercanía, de que tú, espectador, sientas que estás viendo lo que realmente pasa detrás de las cámaras.
3.Lenguaje afectivo y construcción de comunidad: “somos una gran familia”
Al principio, todo esto parece inofensivo. Una charla entre amigos. “Hola familia, ¿cómo estáis?”, se oye al inicio de casi todos los vídeos. Esta fórmula, que puede sonar tierna, es mucho más que un saludo. Es la primera piedra de una comunidad simbólica. Los influencers no solo se dirigen a su audiencia: te hablan directamente a ti, como si fueras uno más de su círculo íntimo. Y, de alguna manera, lo eres.
El uso de expresiones como "sois los mejores", "os amo con locura" o "mi gente" crea una sensación de pertenencia, de comunidad. Y este es uno de los mecanismos más poderosos en el mundo digital. Es una estrategia emocional que genera lealtad y estrecha el vínculo entre el influencer y su audiencia. Lo que se busca no es solo que consumas contenido, sino que te sientas parte de una tribu.
No solo te muestran su vida, también te invitan a compartir la tuya. Las preguntas constantes, las encuestas, los comentarios que responden con entusiasmo, todo está diseñado para que te identifiques. El influencer no es un orador distante, es alguien cercano, un amigo que te entiende y que sabe cómo conectar con lo que te importa. Así, crece la fidelidad, y no importa si es un producto o una opinión, el mensaje tiene más peso porque viene de alguien en quien confías emocionalmente.
4.Estética coherente: imagen como firma
Si hay algo que los influencers dominan a la perfección es la construcción de una imagen visual coherente. Aquí no hay espacio para el caos. La estética es el primer paso para que un influencer se distinga entre la multitud. Desde la paleta de colores hasta el tipo de encuadre, todo sigue un patrón que es inmediatamente reconocible.
¿Te has fijado en la forma en que un influencer luce en sus historias? No es casual. A través de la estética, el influencer crea su marca visual, algo que no solo atrae a más personas, sino que hace que esas personas se queden. Lo visual no es solo una decoración; es una extensión de la narrativa emocional que quieren compartir. Lo que estamos viendo no es solo una foto, es parte de un relato más grande. Una construcción de identidad que no solo se transmite a través de lo que se dice, sino de cómo se ve.
Cada cual tiene su peculiaridad. Los colgaos, esos tres chavales que se hicieron famosos por sus vídeos en una pista de fútbol, lucen camisetas de fútbol. Por su parte, LolaLolita o María Pombo cuentan su vida con ropa variada dependiendo la situación aunque normalmente elegante. Cada uno con su estilo, pero con una misma idea: la ropa es una parte más de mí como producto.
La marca también lleva implícita una serie de frases gancho, por ejemplo, los colgaos con su famoso “suelta el facto” o Pippi english con su “un poco más de inglés para sonar cooler”
5.El algoritmo como aliado estratégico: jugar con las reglas del juego
Aunque hablemos de emociones, no hay que olvidar que todo esto está profundamente imbricado con las reglas del algoritmo. Los influencers entienden el entorno digital mejor que muchos estrategas políticos. El algoritmo no es un enemigo, es un aliado. Y lo saben.
¿Te has preguntado por qué publican a ciertas horas? ¿O por qué repiten la misma fórmula de contenido una y otra vez? La respuesta es sencilla: dominan el juego de la visibilidad. Saben qué funciona en cada red social, y lo hacen de forma meticulosa. Cada publicación es una pieza en un rompecabezas que se resuelve con contenido breve, repetible y compartible. Publican a horas clave, reciclan contenido viral y, lo que es más importante, tienen claro que la participación constante es clave. No es casual que un influencer se muestre siempre presente, siempre cerca. Cuanto más interactúa, más visible es.
En este sentido, la estrategia algorítmica no es solo técnica: también es emocional. Cuanto más interactúa el público, más siente que es parte de la conversación. Y si alguna vez has respondido un comentario de tu influencer favorito, sabes que te sientes especial, porque esa respuesta refuerza el vínculo.
Además, hay algo diferente: por muy conocidos que sean responden e interactúan con su comunidad a través de las redes. El algoritmo potencia la publicación conforme aumentan las interacciones, por ello estos líderes responden a sus seguidores y los animan a comentar
6.El influencer como líder horizontal
Y es que el gran secreto del influencer está en cómo construye su autoridad horizontal. No son expertos académicos ni figuras distantes. Son alguien como tú, que pasó por lo mismo y que quiere compartir lo aprendido. Son expertos, sí, pero desde la experiencia.
“Yo también estuve ahí, y esto me ayudó”, te dicen. Y tú lo crees, porque en ese momento el influencer no está arriba ni abajo, está a tu lado. No hay una barrera de conocimiento. Solo hay una historia, un aprendizaje compartido.
Este tipo de autoridad es la que fomenta la confianza y el apego. A diferencia de otros modelos comunicativos más distantes, el influencer te habla como un amigo, no como un líder. Y eso acerca. Sientes que su experiencia vale la pena porque se basa en algo que tú también has vivido. Es la opinión de tu amigo de la red y ese amigo no puede estar engañándote.
3. ¿Cómo usan las redes los políticos?
En el ecosistema digital, los políticos se reparten como fichas en un tablero mal entendido: están los que no entienden el juego, los que están por estar y los que de verdad saben cómo moverse. Mientras unos lanzan mensajes más fríos que un PowerPoint de 2003 y otros se esconden tras cuentas vacías como si fueran testigos protegidos, hay quienes han entendido que las redes no son solo un canal, sino un espacio para crear vínculo. Y eso, en política, es oro molido.
Aún así, todavía camina entre nosotros —como un Nokia entre smartphones— el político con candado digital. Su cuenta es privada o testimonial, como si le incomodara abrir una red social. Publica una foto cada año —alguna en Navidad, otra si hay elecciones— y rara vez se atreve a comunicar algo relevante. Estos perfiles son un enigma para el ciudadano y una oportunidad perdida para el propio político.Son esos políticos que se mueven en las redes con la soltera de un pingüino en una clase de zumba. Aún más preocupante es el caso de quien directamente no tiene redes. En 2025, eso no es neutralidad: es desconexión, lo que no se comunica no existe, y quien no comunica no existe, desaparece del radar político.
Después está el político en piloto automático. Uno pensaría que al menos intenta. Tiene redes, sí, y hasta publica con frecuencia. Pero lo hace como quien copia deberes sin saber de qué trata la clase. Suben el mismo video de su intervención en el Parlamento a Twitter, a Instagram, a Facebook, a TikTok, a donde se les ocurra, como si todas las plataformas funcionaran con la misma lógica... La de la vieja nota de prensa. No responden a nadie, no adaptan el mensaje, no escuchan ni a su community manager. Lanzan contenido como quien tira octavillas desde un helicóptero y luego se preguntan porqué nadie les contesta. Estos políticos siguen la lógica unidireccional. Es una comunicación vertical, sin alma ni intención. Pura supervivencia digital.
Y luego está el político todoterreno digital. Nuestro favorito. Ese que no solo está en redes, sino que se nota. Entiende que un hilo en X no se cuenta igual que un reel en Instagram. Que un TikTok no se improvisa con la misma solemnidad con la que uno habla en el Senado. Que cada red tiene sus códigos, su público, su humor, su nivel de drama. Este político escucha, responde, explica. Hace pedagogía democrática sin perder autoridad, sin volverse influencer ni robot institucional. Y cuando interactúa con la ciudadanía, no lo hace desde un púlpito, sino desde la conversación y la cercanía que transmite.
Este es, sin duda, nuestro político digital favorito. Como bien señalan referentes de la comunicación política contemporánea: no se trata solo de buscar votos, sino de construir relaciones. Es probable que nunca te cruces con el ministro de transportes, pero si un día te quejas o tienes una duda sobre el avance de una obra de una carretera local y él te responde en Twitter, ese gesto genera una percepción de escucha y proximidad que ninguna pancarta consigue. Lo hemos vivido en El Patio Político de primera mano: cuando analizamos en nuestro primer artículo la comunicación de Óscar Puente y el propio ministro compartió el artículo y lo calificó como un “articulazo” en X.
Óscar Puente recomienda nuestro artículo en su X.
Ese pequeño gesto, tan simple, tan concreto, generó más conexión que mil ruedas de prensa. Lo mismo ocurrió con perfiles como Noelia Núñez (PP) o Emma López (PSOE), que no solo leyeron lo que escribimos, sino que lo valoraron, interactuaron y mostraron que también se puede hacer política desde la escucha. Porque cuando un político responde, incluso a alguien que piensa distinto, construye cercanía. Y eso, en tiempos de desafección, es una rareza valiosa.
No basta con estar en redes: hay que saber estar. Hay que entender qué tipo de contenido crear, cómo adaptarlo al canal y, sobre todo, a quién se dirige. Y también hay que tener claro quién eres: un presidente del Gobierno no puede comunicar igual que un líder de la oposición, y un diputado de base no tiene el mismo margen narrativo que un consejero autonómico. La clave está en moverse con inteligencia política por el entorno digital. Y, en eso, hay quien destaca… y quien aún no ha entendido la película.
En el universo digital, los políticos se dividen entre quienes aún no entienden el juego, quienes se limitan a estar sin conectar y aquellos que realmente saben usar las redes para crear vínculos. Mientras algunos lanzan mensajes fríos o se esconden detrás de cuentas vacías, otros entienden que la clave está en interactuar, escuchar y construir una relación auténtica con la ciudadanía.
Y como a veces los datos también dicen cosas (aunque no lo cuenten todo), te dejamos nuestro ranking: el top 10 de políticos españoles con más seguidores en cada red social. Twitter, Instagram, TikTok y Facebook. Spoiler: estar arriba no tiene porqué significar que lo haces bien. Significa, que estás en boca —o en timeline— de muchos. Y eso ya te pone por delante de los muchos políticos que ni siquiera tienen esa red.
Políticos españoles en activo con más seguidores en las diferentes redes sociales
4. ¿Cómo debería usar las redes sociales un político?
No es una novedad que las redes sociales han redefinido el espacio público. Lo que sí sorprende es cómo los políticos siguen usando las redes sociales. Mientras los ciudadanos viven a golpe de scroll, stories y likes, muchos representantes políticos siguen entendiendo las redes como un tablón de anuncios.
Los influencers son los que mejor entienden las redes sociales, no es una cuestión de estudio, lo son porque viven de ello y la explotan al máximo. Hemos visto cómo las usan, pero ¿debería un político actuar como un influencer? No se trata de que los ministros bailen los temas virales de Tiktok, aunque no estaría mal si lo hacen con gracia. Se trata de aplicar las estrategias y tácticas usadas por los expertos de las redes para llegar a más gente.
Las redes sociales son un espacio clave de influencia, visibilidad y legitimación. Sin embargo, los políticos siguen usándolas de manera torpe, anticuada o, directamente, no las usan. Este apartado es una guía práctica. Sí, eso que muchos políticos nunca leen, pero que luego se preguntan por qué su tuit tiene menos likes que una foto de un perro con gafas en el Instagram de su sobrina. Y algunos se atreven a dar explicaciones: es que la gente ya no tiene interés por la política…
Debes estar presente en las redes principales. Todavía hay políticos sin redes sociales, sí sin Instagram o X, pero sobre todo sin Tiktok. Grandes políticos como Pedro Sánchez o Feijóo siguen sin estar en esta red social perdiendo la posibilidad de llegar a un público específico.
Cada red tiene sus códigos y su algoritmo, lo que es buen contenido para una red es malo para otra. Imagina que eres un cocinero que busca trabajo en diferentes lugares y tienes tres ofertas: un restaurante de alta gama, una cadena de comida rápida y una taberna. ¿Harías el mismo plato de demostración para los tres sitios? Está claro que no. Con las redes sociales pasa lo mismo, cada una tiene su estilo, su forma y un contenido que funciona bien y otro que, directamente, no funciona. No publiques lo mismo en todas las redes sociales. Sobre todo adapta los formatos, por ejemplo publicar en tiktok o en Instagram un video en horizontal es un error, deja de cometerlos.
Características de estas redes sociales para usarlas correctamente
Las redes no son un tablón de anuncios, interactúa con tus seguidores. ¿Qué pensaría un ciudadano de un político si lo saluda por la calle y éste no le responde? Puede pensar que es un estúpido, un saborio y que la próxima elección lo va a votar su madre… Pues cuando un ciudadano comenta en una de tus publicaciones o te escribe un mensaje directo y no le respondes, estás haciendo lo mismo que si no lo saludas por la calle. Hay que interactuar con los seguidores para generar afinidad, conexión y lealtad. Recuerda que las redes sociales son como la calle.
Cuenta una historia, no powerpoints adornados. Tus seguidores no quieren solo saber qué hiciste esta semana, sino por qué lo hiciste. Dentro de eso, hay que ser atractivos y enganchar a la gente. Es clave construir una narrativa personal y política coherente para que tus publicaciones no se pierdan entre memes y vídeos de humor. ¿Cuá es tu causa? ¿Qué te emociona? ¿Qué te frustra? Cuenta eso. Con emoción, intención y un objetivo claro: que las personas se queden a ver lo que tienes que decirles.
Muestra tu día a día, no eres un político, eres una persona con agenda ( y a veces con sueño). A nadie le interesa ver fotos tuyas en una inauguración o visitando la fábrica de turno. La política también son los trayectos, los cafés apurados y los apuntes de última hora antes de un acto. No hay que convertir tu perfil en un reality, pero sí se puede aportar valor político desde tu lado más personal.
Usa un lenguaje sencillo, claro e incluso,a veces, puede ser coloquial y gracioso. Las redes suelen estar llenas de personas, hablar como ellos es una opción. Los temas políticos como la reforma laboral, el problema de vivienda o los presupuestos suelen ser complejos para la mayoría de los ciudadanos. Utiliza metáforas, ejemplos sencillos o incluso el humor. Enseñar sin aburrir es, a día de hoy, una obligación. Si un influencer puede hablar de geopolítica con un mapa del Ikea, tú puedes explicar unos presupuestos con monedas de euro.
Cuida tu imagen, incluso si odias las fotos. La imagen es parte del mensaje. Crea tu propio estilo que sea coherente, reconocible y genere confianza. Tu ropa, tus colores, tu escenografía… Todo comunica. Si quieres llegar a los jóvenes deja el traje de chaqueta en casa y vístete de manera más informal, habrás eliminado una barrera. ¿Recuerdas a Pablo Iglesias? Su estilo personal con sus camisas y vaqueros lo hacía reconocible. ¿Tienes que vestir como él? No, cada persona tiene su estilo y su marca, simplemente tienes que usarla de forma correcta.
Usa el humor, pero no te creas Dani Rovira. El humor puede ser un aliado brutal. Sirve para ironizar, desmontar bulos, empatizar o viralizar contenido. Pero cuidado: no todos los políticos saben usarlo. Mejor inteligente que ridículo. Un político que lo hace bien, cuando acierta, es Rufián, pero ojo: si no eres natural no será efectivo.
Sé transparente y combate la desinformación. Las redes también sirven para rendir cuentas. Explica lo que haces, muestra procesos, responde dudas. Si te equivocas, reconócelo. Y si hay bulos, desmiéntelos con datos y estilo. La autenticidad no se finge, se construye
No publiques por publicar, cada publicación debe tener un objetivo y ser parte de una estrategia. Si publicas mucho sin un fin, no servirá de nada. Todo debe ser coherente y seguir una línea de trabajo
Rodéate de profesionales. Un presidente, un ministro o un consejero sin equipo digital es como un chef sin sartén. Necesitas un responsable de redes que entienda de contenido, formatos, algoritmo y tonos. Y sí, eso vale dinero pero merece la pena.
5. Conclusión
Las redes sociales no son un fin en sí mismas, pero sí uno de los medios más decisivos para hacer política hoy. No se trata solo de tener presencia: se trata de saber contar, conectar y comprometerse. El votante no está esperando al político en un mitin o leyendo los editoriales del domingo; lo está viendo, juzgando y reaccionando en tiempo real desde su móvil, entre stories, vídeos de recetas y algún que otro meme. Ignorar eso es ignorar la realidad política y social en la que se compite.
Y no, comunicar en redes no es colgar una foto en un acto o subir un cartel con un eslogan. Es pensar con cabeza: ¿qué historia estoy contando?, ¿a quién quiero llegar?, ¿qué emoción estoy transmitiendo?, ¿qué respuesta estoy provocando? Es convertir una trayectoria política en una narrativa reconocible, una estética coherente y un discurso compartido. Porque el político del siglo XXI no solo tiene que gobernar: tiene que explicarse, seducir y convencer en 30 segundos, en vertical y con subtítulos.
Por eso la profesionalización no es una moda, es una necesidad. Hace falta estrategia, sí, pero también equipo, creatividad, lectura del contexto, capacidad de adaptación, análisis de métricas y resistencia a la sobreexposición. Comunicar en redes es tan político como hablar en el Congreso, solo que aquí la audiencia interrumpe, comenta, comparte… o te ignora.
Y lo más importante: la comunicación digital no va solo de parecer cercano, sino de serlo. La ciudadanía huele el postureo a kilómetros. Quiere políticos que se mojen, no que se escondan tras un community manager sin alma. Quiere respuestas, presencia, interacción, coherencia. Quiere sentir que quien le pide el voto, también le habla.
Así que sí: toca ponerse las pilas, abandonar el miedo a la cámara frontal y abrazar la lógica de red. Porque quien no se adapta, desaparece. Quien no comunica, no existe. Y quien no entiende las redes, no entiende el mundo que quiere gobernar.
Así que menos postureo y más consciencia. Porque si no entiendes que la política hoy también se juega en tu feed, prepárate para que el feed juegue contigo. Spoiler: no sueles ganar.
.....y si reconstruimos Ciudadanos con estas premisas aquí descritas?